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En esta foto estoy Yo, http://www.asalto.pe/tomalacalle-22j/

#tomalacalle

puro, en las rocas

Si callas cuando los políticos son una mierda, entonces tienes los políticos que te mereces

Publicado: 2013-07-31

Durante la marcha de los cuatro suyos un grupo de estudiantes de comunicaciones se puso a hacer arengas anti fujimoristas frente a la biblioteca de la universidad de lima convocando a la gente a unirse camino al centro de Lima. Casi al frente, en la antigua cabañita, no se hicieron esperar los comentarios peyorativos, ninguneantes, a los ‘terrucos’ que querían que caiga el sistema y el país volviera al caos de Alan. Yo me sentía incómodo, la gente con la cual me ‘identificaba’ empezaba a demostrar formas de ser que no estaban de acuerdo a lo que Yo sentía en lo profundo, lo que era correcto en mi ideario. Me costó mucho tiempo entender que debía buscar otros conocidos.

Días después estaba en la casa de una amiga la noche de mayor intensidad en los disturbios. La madre de mi amiga, conociendo mi anti fujimorismo y afinidad de aquella época por Toledo, me increpó de manera aireada cómo podía apoyar a un ‘Cholo de mierda’ que generaba ese tipo de caos en la ciudad. Al comienzo intenté refutarle, pero la señora estaba fuera de sí y con la mirada mi amiga me dejó claro que era mejor no seguir la discusión.

Nunca pude obviar la terrible desigualdad en la que se vive en un país como el Perú y fue recién el Lunes 22 de Julio del 2013 que salí por primera vez en mi vida a demostrar esto.

Salir a demostrar públicamente mi indignación sin miedo a ser visto en público y tomando una posición política clara contra el status quo fue romper con el miedo al qué dirán. Después probé el sabor, nauseas y asfixia de los gases lacrimógenos. Luego vi a un manifestante, utilizando una Katana (si, es correcto, una Katana Ninja) arremeter contra un policía y Yo parado al costado pensando ‘mmhh ¿será este el mejor lugar para demostrar mis intenciones de marcha pacífica?’ Empujar policías; correr para tomar mejores posiciones en la ‘lucha’ por llegar al congreso; ver a la mujer que me gusta forcejeando con un policía y gritándole cosas a la cara sin ningún tipo de miedo.

Sentíamos que podíamos llegar al congreso, pero llegaron las primeras lacrimógenas frenando el ímpetu. No entendía mucho que me podía hacer ese humo denso hasta que quedé atrapado en la nube y noté que era imposible respirarlo. Corrí buscando a mi pareja de revueltas y nos replegamos en dirección al mercado central. Sentía ganas de vomitar, de cagar, me picaban los ojos, lloraba, sentía ansiedad mezclada con mucha frustración…

Me sentía vivo.

El humo disipó y la gente se reagrupó. Los policías ya tenían una formación más clara en dos etapas y con efectivos montados como último bastión de resguardo. Todavía no llegaban los pinochitos. Allí se reavivaron las arengas y mi chica se sentaba a reírse de los periodistas, la gente y la instantánea generación de focos de espectáculo cada vez que aparece una cámara de cualquier tipo.

Mi mente corría a mil maquinando formas de romper el cerco policial… bajar por cusco y buscar otra subida, ir detrás del mercado central, ir por el otro lado de Abancay, pero nadie estaba muy organizado ni tácticamente motivado. La gente parecía conforme con usar un solo carril de la avenida Abancay y confrontar directamente la pared policial. Incluso llegué a ver gente que venía desde el lado policial y se ponían en primera fila de la marcha para aparecer en la foto.

Todo era desunión, cualquier cosa casi, quedando claro que esto distaba bastante de ser un frente unitario. De todas formas, me sentía mejor estando allí que en cualquier otro lugar de la ciudad aunque la mitad de las consignas que escuchaba no fuesen las mias. Yo deseaba una marcha apartidaria en donde lo que se reivindicara era la indignación, el basta ya de tanta mierda. Sin banderas de colores ni proclamas vacías y gastadas.

Llegaron unos apristas y frente al blocaje policial empezó un forcejeo con los que gritaban ‘Ollanta y García la misma porquería’. Los puños surcaron los aires. Entendí la desfachatez de algunos, la atomización de los que buscan el cambio y me preguntaba dónde estaba la gente convocante de esta marcha; el Perú es tan disperso como sus raíces. La pelea fue excusa suficiente para retomar la represión. Un policía avanzó y al costado mio con escopeta en mano disparó lo que sería el inicio de otra tanda para el llanto. Yo le pregunté por qué lo hacía, pero mi instinto de supervivencia corría hacia mejor recaudo.

La noche terminó buscando a mi chica que se había querido enfrentar al pinochito. Nos separó el humo. Con los ojos rojos del llanto nos besamos al encontrarnos y ella me dijo ‘no tienes que hacer lo que Yo hago’

Me ofendió, pero es verdad lo que sentía. Hubiese estado sin ella, pero no hubiese vivido esto sin ella. Ahora agradezco que el no querer ser tan menos valiente que ella me haya hecho ver de cerca algo fundamental en una democracia. Si callas cuando los políticos son una mierda, entonces tienes los políticos que te mereces.


Escrito por

hipo

Incontinencia verborrágica


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La Mania del Hipo

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